Cuando el inexorable paso del tiempo
cause estragos en mi ser,
y al contemplarme en el espejo,
solo advierta el reflejo de lo que antaño fui;
cuando los recuerdos se fundan en mi memoria
y me impidan discernir:
solo las reminiscencias del amor añejo
mantendrán el latir de mi corazón.
Y mi alma, ayer turbada,
será cuna del dulce sosiego.
Laura Perejón Guisasola