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It’s so frustrating being trapped on the parameters of your physical self

01 Dic

Con estas palabras la cantante del grupo, Florence Welch, expresa esa dicotomía entre cuerpo y alma. Con su música intenta romper dicha cuestión para intentar que las personas se pierdan y floten sin tener que estar sujeto a la cárcel corporal. La música de Florence + the Machine insta a dejarse ir, a olvidar las preocupaciones y a dejar que la imaginación fluya y tome el control. Este es el efecto que tiene sobre las personas. Con sus creaciones, Florence + the Machine provocan la liberación del oyente, una catástasis de los sentidos. La combinación de acordes, melodías y letras se mezclan para transportar a aquellos oídos que se deciden a escuchar sus canciones. Pero es algo más que un proceso de escucha; es un viaje a otro mundo, una aventura que lleva al mundo personal y único de cada uno; el resultado que consigue provocar la música de Florence + the Machine es esta especie de simbiosis personal irrepetible en cada persona.

En un mundo donde la música, una de las expresiones artísticas más bellas producidas por el ser humano, se ha convertido en un mero juguete en manos del capitalismo; donde el comercio, la venta de discos y el merchandaising se alzan como el barómetro que hace que los artistas actuales tengan “éxito”, es difícil encontrar a verdaderos autores cuya música traspase las barreras de lo físico y de la realidad y alcance los límites sensoriales. En la actualidad nos hemos acostumbrado a escuchar música pasajera y efímera, que depende de listas de éxitos para garantizar su repercusión. Esta música viene y va, pero no permanece. Tan pronto como sale de dichas listas o dejan de sonar en la radio, deja de ser recordadas. Pero la música de verdad no consiste en eso, los clásicos (al igual que en otras manifestaciones artísticas) perduran más allá del tiempo porque su perpetuidad no dependen de clasificaciones, sino de las interpretaciones que de ellos hagan sus oyentes, que cada vez que escuchan esos temas encuentran un significado o les provoca una reacción diferente.

Este es el motivo por el que hoy me gustaría hablar de Florence + the Machine, porque su música para mí, pese a la explícita subjetividad del tema, es un gran clásico contemporáneo. Aunque sea una elección completamente subjetiva, me gustaría exponer algunos de las características que resultan más llamativas sobre su música que hacen que este grupo, y concretamente su cantante, sean tan especiales.

La vida de Florence Welch está llena de curiosidades y anécdotas; creció en una familia de artistas y catedráticos de arte y en su casa solo tenía cabida la música de la altura de The Ramones, Led Zeppelin, Pink Floyd o Arcade Fire. Cuando empezó a estudiar canto, tenía dificultades para la improvisación, y ahora sus letras se han convertido en verdadera poesía. En un ambiente tan creativo, es lógico que Florence Welch se dedique a la música y se desenvuelva en un plano artístico.

La voz de Florence Welch es un don, un acontecimiento que solo se produce cuando se alinean los planetas en perfecta armonía una vez cada millones de años, y ese es el misticismo que envuelve a su figura. Su divina y soberbia voz no entiende de limitaciones físicas, casi no parece salir de su propio cuerpo. Cuando Florence canta, su voz trasciende, se eleva y no es algo que tras escucharlo se pueda olvidar fácilmente. Su directo hace que se te pongan los pelos de punta y que la euforia te posea y que tus problemas y preocupaciones desaparezcan para dejar paso a un estado de semiinconsciencia en el que contemplas la vida como un estallido de energía. Además, es inevitable no mencionar el instrumento estrella y característico que la acompaña cuando canta, el harpa. El harpa es considerado el instrumento de los dioses, y no puede encajar mejor con Florence Welch, porque se mezcla con su voz celestial y esa unión llega a rozar la perfección.

Las letras de sus canciones no son esas inocuas y vacías rimas pegadizas con fecha de caducidad, sus letras son un reflejo de la propia personalidad de Florence. Sus letras están salpicadas de referencias a elementos mitológicos y clásicos, hablan sobre la infinidad del universo, sobre los astros y la naturaleza,  el destino o el mundo de las apariencias y las sombras. Estas letras, acompañadas de su irrepetible voz hacen magia… captan la melancolía de un momento pasado, de una fantasía inalcanzable o de una imagen de ensueño. Al escuchar sus canciones ese momento no parece tan pasado, ni la fantasía tan inalcanzable, ni la imagen tan irreal.

 

I’m gonna be released from behind these lies
And I don’t care whether I live or die
And I’m losing blood, I’m gonna leave my bones
And I don’t want your heart, it leaves me cold

I don’t want your future
I don’t need your past
One bright moment is all I ask

I’m gonna leave my body (moving up to higher ground)
I’m gonna lose my mind (history keeps pulling me down)
Said I’m gonna leave my body (moving up to higher ground)
I’m gonna lose my mind (history keeps pulling me, pulling me down)

 

Arte o poesía de grandes autores como Ted Hughes influencian en sus letras y con ellas hace metáforas sobre los elementos que preocupan a los seres humanos como la vida, la muerte, los sueños o el deseo. Un ejemplo claro que muestra esta expresión artística es el videoclip Rabbit Heart (Raise It Up); en este videoclip Florence aparece como una especie de ninfa, realizando ritos en un mundo de prerrafaelistas. Tras ver el vídeo, la relación con la obra de John William Waterhouse, Lady of Shalott, irrumpe rápidamente, golpeando nuestra concepción de la canción.

Florence

Florence es una cantante polifacética, capaz de traslucir sus sentimientos y compartirlos con los demás, y  de ahí que al escuchar sus canciones la indiferencia no es una opción: cada vez inspira diversas emociones y suscita nuevas reacciones. El último paso, apreciado lector, es que busques cualquier canción de Florence + the Machine y te dejes arrastrar hacia su tempestad de bellos acordes.

Lara Montes

 
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Publicado por en 1 diciembre, 2014 en (H)arte, Vinilo

 

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